Quizás estas historias para algunos sean sólo cuentos que carecen de veracidad, pero para los protagonistas han sido episodios que los han enfrentado con los misterios de lo paranormal.
Aunque no tienen explicación y ha sido breve la experiencia, para ellos es suficiente respecto a la dosis de miedo y temor que se tiene al más allá.
LA JOVEN DE LA CHAQUETA
La leyenda conocida como “La joven de la chaqueta” le ha dado la vuelta al mundo. Ha cobrado tanta fama, que en Colombia, Perú, Paraguay y en Estados Unidos existe una versión donde lo único que cambia es
el nombre de la protagonista y Reynosa no es la excepción.
Diana, una joven hermosa de apenas 17 años residente del ejido “Los Cavazos”, se encontraba a la orilla de la carretera Ribereña.
Cuentan que un trailero que traía un cargamento de Nuevo Laredo pasó justo en el momento en que la chica estaba a la orilla de la carretera.
El buen hombre detuvo su marcha y preguntó a la jovencita si se encontraba en problemas. Esta le respondió que se dirigía a su casa, que tenía mucho frío porque llevaba ya algunas horas caminando sin
rumbo, pues se encontraba perdida.
El trailero accedió a llevarla a su casa y a fin de que mitigara el frío le prestó su chaqueta. La chica le indicó al trailero dónde vivía y le pidió que al día siguiente volviera por la chaqueta,
despidiéndose amablemente de su benefactor.
A la mañana siguiente el trailero tocó a la puerta de la casa donde dejó a la joven. Fue atendido por un hombre mayor quien dijo ser el padre de Diana.
Sorprendido al escuchar la versión del trailero, el padre de la chica le informó que ésta había muerto atropellada en la carretera Ribereña diez años atrás.
Lo llevó hasta la tumba donde descansan sus restos en el panteón del ejido y al llegar, no podían creer lo que observaban: la modesta tumba de Diana apenas adornada con flores de papel en color azul,
tenía sobre la cruz la chaqueta que la noche anterior el trailero le había prestado.
La historia de Diana se cuenta en México en estados como Nuevo León, Coahuila, Sonora y Durango, aunque el escenario y personajes cambian de acuerdo a cada población.
LA CUEVA DEL DIABLO
Para muchos la leyenda de “El jinete sin cabeza” no es más que un cuento
de mal gusto. Sin embargo, hay quienes opinan lo contrario e inclusive dan crédito a la existencia de tan aterrador personaje.
En el corazón de la colonia Jacinto López 3, localizada al margen del libramiento Monterrey, se cuenta sobre una persona que a galope y cercenada de la cabeza, llenó de miedo a sus moradores durante
varias décadas hasta que por iniciativa de unos feligreses católicos sus acechos sobrenaturales quedaron anulados.
Guadalupe Razo Mares, una de las vecinas más añejas del lugar, dice haber visto en repetidas ocasiones a dicho caballero con vestimenta de la época colonial rondando su casa.
“La primera vez que lo vi fue a finales de los años 60. Eran como las 11:00 de la noche y no había gente en la calle, pues esta zona no estaba muy habitada. Me encontraba afuera de mi hogar lavando los
platos cuando de repente escuché un caballo que se acercaba muy rápido y me metí ‘hecha la mocha’ temblando de miedo porque la persona que lo montaba iba descabezada”, relató.
Guadalupe añadió que su padre y su esposo no le creyeron y en esa ocasión la tacharon de loca. A medida que transcurrieron los años la presencia de “El jinete sin cabeza” se hizo frecuente en dicha
colonia, pues años más tarde su familia también logró verlo merodeando el
lugar.
Si bien en la vida real como en la fábula cada villano tiene su escondite, “El jinete sin cabeza” no podría ser la excepción, por lo que “La cueva del diablo”, denominada así en relación a la imagen
diabólica del caballista, fungió como tal.
Localizada justo abajo de la Capilla de Nuestra Señora de Schöenstatt al oriente de la ciudad, fue construida en 1982 por un grupo de parroquianos para contrarrestar precisamente las fuerzas malignas de
ese lugar, según relatan.
La entrada a esta caverna natural hoy luce bloqueada por un peñasco de dos metros de altura.
Guadalupe aseguró que dicho peñasco fue colocado de forma divina gracias a la intercesión de los fieles, quienes horas antes habían participado en una misa multitudinaria en el sitio mencionado.
“Es una historia que pocos se animan a creer: de la noche a la mañana la cueva quedó cerrada. Nunca oímos ruidos de máquinas que empujaran la roca y esto se lo pueden contar otros vecinos”, dijo.
De acuerdo a los relatos de Guadalupe, la gruta de aproximadamente dos metros y medio de altura e incalculable longitud fue utilizada por insurgentes para esconder armas y balas durante la Revolución
Mexicana. También funcionó para almacenar licor de contrabando.
Hermelinda Berlanga es otra de las fundadoras de la colonia Jacinto López 3 que afirma la existencia de un personaje paranormal en torno a “La cueva del diablo” y concuerda en la manera extraña en que
ésta quedó cerrada.
Comentó que más allá de parecer una broma, la historia que encierra este lugar es verídica.
“Cuando era niña mi papá me mandaba seguido a la parcela a amarrar a sus animales. Mi vida era andar en el monte y me gustaba mucho tirarle a las liebres con una escopeta calibre .22. En una ocasión
escuché que alguien galopaba y pensé que era uno de los Ponce -familia de rancheros-. Al asomarme no vi a nadie y me acordé que la gente decía que por mi casa espantaban. Sólo recuerdo que corrí y no
quise salir en unos días”, relató.
Más tarde, la entonces joven de cabello rubio rizado regresaba de la escuela y volvió a sentir la desagradable experiencia.
“Eran como las 5:30 de la tarde y ya estaba oscureciendo cuando de repente oí de nuevo que alguien cabalgaba, pero esta ocasión sonaban fuerte unas cadenas. Así que al no ver gente me escondí entre la
hierba mientras se iba esa horrible presencia”.
Cada vez que esto sucedía Hermelinda acostumbraba hacer lo mismo hasta que el lugar se fue poblando y dejaron de verse cosas raras.
“Excepto una llama de unos cinco metros de altura que de vez en cuando salía de la cueva donde supuestamente se metía aquel diablo a caballo”, añadió.
La señora Berlanga confirmó el testimonio de Guadalupe Razo Mares al señalar que el grande peñasco tapó la entrada a la caverna sin la fuerza humana, luego de haberse construido la capilla de Schöenstatt.
Una de las creencias más sonadas fue que “El jinete sin cabeza” era guardián de un tesoro que había en la gruta. Por ello al quedar ésta cerrada cesaron los espantos para los vecinos.
Actualmente dicha iglesia sólo se utiliza para celebrar las ceremonias de Semana Santa.
LA QUINCEAÑERA
DEL GUADALUPANO
Una historia inquietante de fantasmas en Reynosa proviene del Panteón Guadalupano al poniente de la ciudad.
Se cuenta que por las noches de luna llena particularmente en Día de Muertos, se aparece una hermosa jovencita vestida de quinceañera quien perdiera la vida antes de llegar a cumplir ese anhelo de toda
mujer.
Por ello, ataviada con el vestido que en vida debería de usar, deambula por los pasillos del camposanto buscando un compañero con quien bailar.
Uno de los trabajadores del Panteón Guadalupano comentó que hace poco tiempo uno de los guardias de seguridad pidió su renuncia, luego de haber experimentado una de esas apariciones de la quinceañera.
“Estaba haciendo mi rondín de vigilancia cuando al llegar a los limites del cementerio con el canal Rodhe y el Panteón Español, sentí que una mano helada me tocaba por la espalda. Cuando volteé vi a la
quinceañera y me pidió bailar. Lo que hice fue salir despavorido y el resto de la noche me la pasé encerrado en la oficina. Al día siguiente presenté mi renuncia y cuando expliqué el motivo, los patrones
no me creyeron, pero juro que lo que vi fue verdad”.
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